Dos Equis

Restaurante mexicano. Sombreros en las paredes. Rancheras de fondo. Un cuadro de una playa paradisíaca. Qué mejor momento para probar una cerveza Dos Equis.

Maridaje: Montaña de nachos con cheddar, chili con carne y guacamole. Tacos al pastor, cochinita pibil, alambre de pollo, nopalitos, etc.

Sabor: Un poco dulce, un poco aguada, muy poco amarga.

Color: Amarillo, tirando a dorado

Bien para sofocar el infierno que se enciende en tu boca cuando se te va la mano con el chile serrano y el tabasco. Ningún sabor interesante. 4.5%.

Lamentablemente, volvemos a lo mismo de los últimos análisis. Cerveza sin nada por la que recordarla. Aunque, otra vez, no quiere decir que sea mala. Tiene su momento. Es muy refrescante, y vuelve a ser imprescindible servir muy fría. Bien para acompañar platos de cocina mexicana. ¿Por qué? Porque los sabores fuertes de la comida hace que no busques matices en la cerveza, simplemente aplaca la sed. 

Otro detalle es que originalmente Dos Equis se creó en Estados Unidos, en 1934, aunque posteriormente se llevó a México, donde es una de las marcas con más crecimiento del sector cervecero

Nota centrándome en el sabor: 5.0/10.

Precio: 2.5 euros en restaurante mexicano. Tiene 35.5 cl (inapreciable la diferencia con los 33 cl estándar), por lo que no es barata. 
Poca graduación, sabor suave... Si a eso le añades una comida picante que te invite a beber... No te tomas menos de 3.

Nota, teniendo en cuenta que tiene su momento, además del precio: 5.0/10.

La nota lo dice claro. 5.0. No la pruebes en una cata. No tendría sentido, y tendrías la sensación de beber cerveza muy aguada si la bebes después de una belga fuertecita. Pídela, si eso, comiendo, cuando no quieras saborear mucho la bebida. Por tanto, si vas a hacer una barbacoa y la encuentras barata en un supermercado (desconozco el precio allí) compra bastantes, que se acabará rápido. Para hacer una cata apuntando en un cuaderno aromas, retrogustos y demás cualidades organolépticas, no. Y mejor que no sigas leyendo este Blog, a no ser que quieras echarte unas risas con tus amigos sumilleres.